martes, 7 de junio de 2011

El bostezo


O era negro con manchas blancas o de piel blanca con pecas negras. Sobre las piernas de su amo una barra de madera. Tan desgastada y vieja como las heridas en la cabeza de aquel elefante. Yo quise pensar que estaba bostezando, pero en realidad parecía más un grito de auxilio.
Tras la subida, aquel elefante exhausto, viejo y derrotado tenía unos segundos de descanso apoyando su trompa sobre el bordillo. Unos segundos, el tiempo que tardaba su amo en pedir más propina disimuladamente mientras acariciaba al elefante haciendo ver el esfuerzo que había hecho.
Yo quiero pensar que estaba bostezando, que pedía una caricia a los pasajeros, que suspiraba porque había desayunado demasiado aquella mañana.




1 comentario:

  1. Me alegro de que vuelvas a publicar. Pensé que Carrot se estaba quedando sola... Y eso que todavía estás en España. Bueno un saludo y espero que te haya llegado la postal.

    ResponderEliminar

Qué me comentas, verdura: