Yo sí me acuerdo de ti. Y hoy cuando te he visto llegar atropelladamente algo ha saltado en mi cabeza, una sensación infantil e ingenua. Has abierto la puerta del recinto de mi casa porque tienes tu coche en el garaje, sin mirar hacia atrás. Pero cuando has vuelto la cabeza al oír que la puerta en vez de cerrarse se ha chocado con algo te has percatado que iba con la bicicleta por detrás. Un efímero contacto visual, un “perdón” de tu parte por no haberme sujetado la puerta y un “tranquilo” fugado de mi boca mientras nos alejábamos, tú al garaje, yo al portal.
Sigues igual o por lo menos como yo te recuerdo. Alto, moreno con pelo muy muy corto y unas entradas pronunciadas; unos ojos rasgados, de color claro creo y una boca grande pero no excesivamente carnosa. Trabajabas en el supermercado llevando los carritos de la compra y yo siempre esperaba que te tocase llevar el nuestro. Recuerdo tus pasos agigantados, tus manos fuertes y esa energía. Siempre lo hacías con ganas y eso deja huella.
Yo sí me acuerdo de ti y he estado a punto de acercarme y decirte en un tono nervioso y con una voz educada:
“Puede que usted no se acuerde de mi, pero yo sí de usted, Jose. Trabajaba en el supermercado llevando los carritos de la compra a las casas. Yo era pequeña. Me acuerdo porque parecía que solo llevase la comida a mi casa, siempre tan dispuesto y sonriente. Yo me acuerdo y ahora que le he visto me ha venido a la mente y solo quería decirle gracias”
los recuerdos matan..
ResponderEliminaruna entrada sencillamente preciosa,esparrago.
ResponderEliminarTanta gente que se queda dentro.
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