Uno ofrece setenta y cinco. El otro pide cien. Uno quiere el reloj. Y el otro se quiere deshacer de él. Pero ninguno cede. Todos los domingos tienen la misma discusión. Y todos los domingos se toman un café juntos sin llegar a un acuerdo.
O por lo menos eso me imaginé mientras sacaba la fotografía.
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