lunes, 25 de octubre de 2010

Para una zanahoria

Las gilipolleces más serias se dicen en los momentos más inesperados. Son como duendecillos saltarines, de la boca al aire, del aire a los oídos. Y sus consecuencias varían desde muecas de sorpresa hasta gestos de desprecio. Entonces, el origen del duendecillo maligno, la boca, se cierra de repente y aprieta labio contra labio, pero la gilipollez ya está dicha.
Maldito presente que ya es pasado. Maldito pasado que se queda en la memoria. Y ya de paso maldita memoria que no recuerda (a tiempo) la última vez que metiste la pata y no te avisa que lo vas a volver a hacer. .
Lo dicho culpen a la boca, al duendecillo o a la memoria.

3 comentarios:

Qué me comentas, verdura: