jueves, 3 de junio de 2010

Fascinante declaración

Tras haber estado una semana en la cama he llegado a una increíble conclusión: no me gusta estar enferma. Puede que parezca estúpido y evidente y sí lo es pero como una vez dijo Paul Valery: “Sólo las preguntas estúpidas pueden enseñarnos algo y todo lo que parece evidente oculta algo que no lo es en absoluto”. Con esta fascinante declaración no quiero aminorar el dolor de otras personas ni la gravedad de otras enfermedades.
Yo no suelo caer enferma con facilidad, pensaba que tomando Actimel todos los días era inmune a los catarros, virus, bacterias y demás pero resulta que ni las L. Casei Inmunitas son invencibles. Qué decepción. Primero descubrir que Obama no está tan dispuesto a salvar el mundo y ahora esto.
El problema no fue caer enferma, el problema fue ponerme con 38'9 de fiebre justo después de los exámenes. Muchos pensarán que mejor después que no durante y sí tienen razón. Pero cuando estás un mes hasta arriba de estrés, que te parece el día se acorta cuanto tienes que hacer millones de cosas y se alarga cuando solo tienes que estudiar, cuando llevas tanto tiempo como estudiante de clausura en la biblioteca que perece que tu cara empieza a adquirir la forma de rata, lo único que quieres es que cuando todo se acabe las vacaciones hagan acto de presencia. Solo las vacaciones, no vacaciones más fiebre, más garganta irritada, más ganglios hinchados, más desgana infinita etc.
No voy a describir detalles escabrosos como los síntomas ni tampoco diré el nombre de la enferma ( entre otras razones porque ni yo ni los médicos lo saben). Hay anécdotas graciosas como hablar por teléfono con amigas cuando mi garganta parecía un cuello hinchable y mi voz la de una niña con retraso mental; o intentar desentaponarme los oídos y luego tener la intención de llamar a BP para advertirles de otra fuga de petróleo, este vez en España, concretamente en mi nariz.
Lo mejor de todo ha sido la increíble experiencia de conocer ese lado de la noche sin dormir eso sí, esta vez sin música, sin humo, sin alcohol y sin amigas pero con sudores, mocos y acompañada de un peluche que ha sufrido tanto como yo (créanme). He intentado descubrir el lado positivo y esto es todo lo que he conseguido: recibir una gran cantidad de mimos de mis padres, a veces en exceso ( yo creo que aprovechan estas ocasiones), descubrir que mi casa está llena de alfombras y dónde se encuentran los pañuelos, saber exactamente por dónde sale el sol y a qué hora, dormir la siesta sin tener que ponerte despertador y estar exenta de broncas sobre cómo de desordenado está mi cuarto.

1 comentario:

Qué me comentas, verdura: