A veces soy solo en los reflejos pero me alejo y sigo aquí. Solo me veo en los espejos, miro esta máscara que tengo por cara, un rostro que transmite parte de mi interior, parte. Y aunque el resto esté dentro, en ocasiones hasta yo misma lo desconozco.
No existe el siempre ni el nunca y ese término medio que me inunda carece de virtud y no me satisface. No te conoces nada ni te conoces del todo. Triste que no pueda mirar mi cara sin un reflejo, fotografía o dibujo. Triste que esta piel sea lo primero que miren y conozcan, que yo también mire y aparentemente conozca. Es el pellejo de estos gestos y muecas, son los ojos y los labios los que conversan con el mundo.
Yo no soy piel, músculos, sangre, vísceras y huesos. Yo soy algo desconocido para el mundo, para mi mundo, para mí.
No podré saber si lo que creo que es verdad, verdad en sí misma, es verdad absoluta. No podré saber si lo que yo creo que es lo correcto, es en sí bondad absoluta.
Y no podré hasta que no me conozca de verdad.