viernes, 11 de junio de 2010

Las notas que tú no escuchaste


La violinista de la calle está tocando nuestra canción. Las notas son seda en mis oídos y tu ausencia es la más áspera lija en mi corazón. Parece como si se hubiese colocado estratégicamente en frente de mi balcón para que me quede ensimismada mirándole cómo toca. La funda del instrumento en el suelo recoge un improvisado sueldo matinal y el perro acurrucado a los pies de su dueña es una fiera domada por la armonía de nuestra canción. Sí, tuya y mía. Esa que tú ya no escuchas por miedo a arrepentirte de tu marcha, esa que yo ya no escucho por miedo a que vuelvas a mis pensamientos más sentidos.


Pero toque quien la toque, donde sea, a quien sea y por lo que sea, siempre será nuestra canción.

lunes, 7 de junio de 2010

Nadie muere simplemente deja de ser leído

-¿Parezco muerta?
Se quedó en silencio unos segundos.
-Bueno, en este momento –dijo-, no estoy muerta. Pero cuando lo estoy, es como… No sé, supongo que es como estar dentro de un libro que nadie está leyendo. Sólo puedes esperar que alguien lo saque y empiece a leer.

Este es un fragmento del libro "Las cosas que llevaban los hombre que lucharon" de Tim O'Brien. En realidad estas frases no tienen nada que ver, en una vista general, con el libro.


Nadie puede describir qué es estar muerto, qué se siente, si se siente algo. Para algunos la muerte es el paso a otra vida mejor, otros creen que alcanzaránla la paz espiritual; para otros la muerte es como un favor, un castigo, algo inevitable, algo inombrable. La muerte da sentido a la vida, hace que amemos las cosas porque sabemos que algún día ya no estarán.

Pero lo que viene a decir en este fragmento es que en realidad nadie muere simplemente deja de ser leído. Un olor, una foto, un gesto, una palabra puede revivir a una persona. No se van si les recuerdas, no se van porque dejaron huella en nuestras vidas, no se van porque su nombre no se nos olvida, no se van porque por mucho que te empeñes en pasar página ellos son parte del título de tu libro.

Es en vano luchar contra ello porque es la ley de la naturaleza y algún día nos tocará descubrirla

jueves, 3 de junio de 2010

Fascinante declaración

Tras haber estado una semana en la cama he llegado a una increíble conclusión: no me gusta estar enferma. Puede que parezca estúpido y evidente y sí lo es pero como una vez dijo Paul Valery: “Sólo las preguntas estúpidas pueden enseñarnos algo y todo lo que parece evidente oculta algo que no lo es en absoluto”. Con esta fascinante declaración no quiero aminorar el dolor de otras personas ni la gravedad de otras enfermedades.
Yo no suelo caer enferma con facilidad, pensaba que tomando Actimel todos los días era inmune a los catarros, virus, bacterias y demás pero resulta que ni las L. Casei Inmunitas son invencibles. Qué decepción. Primero descubrir que Obama no está tan dispuesto a salvar el mundo y ahora esto.
El problema no fue caer enferma, el problema fue ponerme con 38'9 de fiebre justo después de los exámenes. Muchos pensarán que mejor después que no durante y sí tienen razón. Pero cuando estás un mes hasta arriba de estrés, que te parece el día se acorta cuanto tienes que hacer millones de cosas y se alarga cuando solo tienes que estudiar, cuando llevas tanto tiempo como estudiante de clausura en la biblioteca que perece que tu cara empieza a adquirir la forma de rata, lo único que quieres es que cuando todo se acabe las vacaciones hagan acto de presencia. Solo las vacaciones, no vacaciones más fiebre, más garganta irritada, más ganglios hinchados, más desgana infinita etc.
No voy a describir detalles escabrosos como los síntomas ni tampoco diré el nombre de la enferma ( entre otras razones porque ni yo ni los médicos lo saben). Hay anécdotas graciosas como hablar por teléfono con amigas cuando mi garganta parecía un cuello hinchable y mi voz la de una niña con retraso mental; o intentar desentaponarme los oídos y luego tener la intención de llamar a BP para advertirles de otra fuga de petróleo, este vez en España, concretamente en mi nariz.
Lo mejor de todo ha sido la increíble experiencia de conocer ese lado de la noche sin dormir eso sí, esta vez sin música, sin humo, sin alcohol y sin amigas pero con sudores, mocos y acompañada de un peluche que ha sufrido tanto como yo (créanme). He intentado descubrir el lado positivo y esto es todo lo que he conseguido: recibir una gran cantidad de mimos de mis padres, a veces en exceso ( yo creo que aprovechan estas ocasiones), descubrir que mi casa está llena de alfombras y dónde se encuentran los pañuelos, saber exactamente por dónde sale el sol y a qué hora, dormir la siesta sin tener que ponerte despertador y estar exenta de broncas sobre cómo de desordenado está mi cuarto.

Rendición


Mátame con ese beso que tú solo sabes. He perdido la batalla, me rindo. Pero antes acuérdate del porqué de esta guerra. Como un credo nuestra arrogancia se estancó como un muro que nos impide hablar. La vanidad se convierte en acero y pinchos que hacen de cada palabra una arma mortal. Pero ahora mi bandera blanca ondea pacífica entre tú y yo. Parece que tú no quieres verme, yo solo espero ver cómo tu orgullo se desvanece.